Me bautice en agosto del 99. Fui una ‘investigadora de oro’ y a los pocos meses di el SI quiero. Desde ese momento fui escalando posiciones dentro del barrio y luego dentro de la estaca. En el barrio y la estaca era muy popular, todos me conocían, y con todos me llevaba bien. Tenía muchos amigos. Pagaba mi diezmo íntegramente, era absolutamente fiel a todos los mandamientos y cumplía cabalmente con la parte del convenio que había aceptado. Al año ya estaba lista para ir al templo y recibir la investidura.
Siempre fui obediente y aceptaba la doctrina de la iglesia como algo inspirado, como revelación dada a los profetas modernos de la cual no teníamos por qué dudar. No perdía el tiempo pensando en las cosas más cuestionadas de la iglesia ni en su doctrina, a veces diferente al resto de los cristianos. Para mí era una iglesia en la que se predicaba el evangelio restaurado, perfecto como fue en sus inicios. Simplemente creía que nos envidiaban porque teníamos la verdad absoluta … y como me decían que solo a los árboles que dan frutos les lanzan piedras, entonces hasta sentía bien que tuviéramos detractores.
Hasta hace dos meses, cuando inició mi caída libre fuera del mormonismo, me hubiera parecido hilarante pensar en “volver al mundo”, pero el tiempo llega para todo… hasta para las decepciones. La decisión que he tomado para dejar la iglesia la comparo a algo parecido a una decepción amorosa. Soy casada y amo a mi esposo, pero si me diera cuenta que me ha engañado desde siempre, que me ha mentido y que abusa de mí psicológicamente, solo porque piensa que es imprescindible en mi vida, entonces indudablemente lo abandonaría, aunque con dolor y pesar, pero no voy a estar sujeta a un abusador de emociones.
No siento rencor por los misioneros que me enseñaron, ni menos por los lideres de mi barrio, personas sencillas con deseos de servir, que me animaban siempre a seguir avanzando, esos si, guiándome y creyendo solo en la literatura aprobada por la iglesia, esa previamente depurada, para no sufrir algún colapso como el que yo misma sufrí cuando me aventuré a buscar respuestas a algunas pequeñas e inocentes dudas, cuyas respuestas encontré en, la que dicen algunos, el arma más temible de Satanás: la Internet.
Algunos preguntarán: ¿y tu testimonio, qué?
Mi testimonio era verdadero, y creía en lo que sentía y decía en las reuniones de primer domingo. Solo que estaba basado únicamente en el conocimiento que tenia. Cuando acepté unirme a la iglesia, lo hice porque todo lo había encontrado lógico, y aunque soy una persona pensante, con sentido común, a veces muy crédula, me dejé llevar de las emociones que surgían en las discusiones acaloradas con los misioneros y deduje, por simple lógica: si José Smith, un jovencito de 14 años, inocente, indocto, tuvo la Primera Visión, y luego recibió las planchas de oro de las que tradujo el Libro de Mormón, entonces el resto de la historia es real: la Iglesia es verdadera.
Pero si me hubieran dicho las cosas como son en realidad, que me hubieran contado de aquellas cosas que están en los archivos de la iglesia, de principios de su organización, cuyos datos han variado hasta aparecer saneados para que resulten digeribles a los pensantes de hoy día, entonces la historia quizás hubiera sido diferente. No estuviera escribiéndoles en este foro, porque a lo mejor, nunca hubiera aceptado lo que me brindaban como una panacea: la única iglesia verdadera sobre la faz de la tierra.
Les voy a enumerar solo algunas de las cosas que he aprendido en mis lecturas, las cuales no son inventos de personas malintencionadas ni con deseos de dañar la imagen de la iglesia, sino que es pura historia, real y verdadera, de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Si solo me lo hubieran dicho antes bautizarme …
A pesar de haber recibido un duro golpe, no estoy knocked out.
Aunque me siento a veces como los que acaban de divorciarse, sin deseos ni ánimos de pensar en volver a casarse, no reniego de las cosas buenas que aprendí en la iglesia, pero partir de mi decisión quiero que mi relación con Dios sea mas personal. No quiero intermediarios entre nosotros. No quiero curas, sacerdotes, pastores, obispos, gurús ni chamanes que me dicten como debo guiarme para obtener su aprobación. Nunca he sido mala gente, ni tampoco entré a la iglesia a reestructurar mi vida, solo buscaba de Dios. Desde siempre he tenido principios morales muy sólidos, enseñados por mis padres que aunque ateos, les han enseñado a sus hijos como regirse por las leyes naturales de la vida. Mientras tanto seguiré siendo libre, respetando al mundo para ser respetada.
Esto es mi testimonio, sencillo pero sincero del por que si hubiera sabido las cosas que se ahora no hubiera formado parte de la Iglesia. Así de simple. Esos descubrimientos han sido luz para mis ojos ante dudas que muy profundamente yacían en mi, y que por temor a ser tildada de "poco creyente", nunca las discutí con nadie, ni con amigos, y menos con los lideres ... porque me imaginaba cuales serian sus respuestas.
Había pensado que me faltaba buscar mas de Dios, que debía orar mas, ayunar mas, sacrificarme mas por el Reino de Dios, pero aun haciendo todo el esfuerzo que podía no conseguía sentir la “plenitud” de todo lo que predicaba y me predicaban. Lamento lo hipócrita que fui durante el tiempo que seguía la corriente y aceptaba sin vacilar puntos doctrinales, que muy en mi interior herían mi lógica y mi intelecto, sin atreverme a investigar ni averiguar …
Ahora soy menos dura conmigo, y creo que solo fui una victima mas que cayo en la trampa, sutil, y (creo) sin mala intención, de este gran imperio, en el que poco a poco tus propias ideas no tienen importancia si no son avaladas por toda la maraña que se ha ido tejiendo con el nombre de mormonismo. No es mi intención debatir si tengo la razón o no, ni me interesa. De seguro habrán quienes refutaran mi pensar, pero al fin y al cabo es mi propia decisión, conseguida luego de poner en practica mi verdadero libre albedrío, sin temores a consecuencias divinas, ni castigos eternos, solo sintiéndome de nuevo libre ..., pensando por mi misma y no pensando los que otros ponían en mi pensamiento.
― Sinceramente, Naomi