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Los tres testigos son, Oliver Cowdery, Martin Harris y David Whitmer, y ellos describen su experiencia inicial con el ángel y las planchas como subjetiva y visionaria en lugar de objetiva y concreta. Sus elaboraciones sobre el encuentro, sus salidas de la Iglesia Mormona, así como otros eventos en sus vidas, despiertan preguntas sobre sus niveles de discernimiento y credibilidad como testigos.
El testimonio de los ocho testigos es más objetivo pero está plagado por sus propios problemas. Los ocho tuvieron lazos personales cercanos a familia de José Smith - cuatro eran los hermanos de David Whitmer, el quinto estaba casado con una hermana de Whitmer, y el padre de José y dos de sus hermanos fueron los otros tres. Éstos enlaces familiares cercanos, emparejados con discrepancias entre la declaración oficial de los testigos del Libro de Mormón con declaraciones personales hechas más tarde, igual que la apariencia de coerción por parte de José Smith, combinados despiertan dudas respeto la credibilidad te los testimonios dados por estos testigos.
Los Testigos y el Registro Histórico
Para algunas personas, el hecho que once hombres firmaran sus nombres a una declaración escrita y nunca denunciaran el Libro de Mormón, son pruebas suficientes para creer que el Libro de Mormón es de origen divino. Pero, ¿el testimonio de estos once hombres es un fundamento sólido para la fe en la autenticidad del Libro de Mormón? Una investigación cuidadosa revela que hay varios detalles históricos que despiertan dudas sobre la objetividad y credibilidad de estos testigos. Para ganar una perspectiva objetiva en la fiabilidad de los testigos y la fuerza de sus testimonios, tres criterios se usarán para evaluar los hechos históricos:
¿Qué consta un testigo creíble?
En cada período de historia existen individuos que tienden a ser crédulos y sugestionables. Tales personas desean ser parte de lo fantástico o sobrenatural y su mismo deseo los deja vulnerable a la decepción o manipulación. Investigaciones hechas en el período de la historia Norteamericana de 1700 a principios de 1800, muestran que este período de tiempo no fue ninguna excepción. Como hoy, cierta parte de la población deseó y siguió las experiencias subjetivas y místicas en una búsqueda de significado espiritual. Cuentos de apariciones espirituales, tesoros enterrados y la habilidad de ver las cosas con “ojos espirituales” que no pueden ser confirmados con sentido físico, eran la "realidad" a través de la que aquéllos vivieron. Experiencias percibidas con “segunda vista” fueron tomadas en serio y sostenidas como hechos innegables. Pero, ¿el testimonio de esta naturaleza debería ser presentado como evidencia empírica innegable?
En un artículo publicado en el American Quarterly [Americano Trimestral], Alan Taylor cita muchos incidentes donde buscadores de tesoros, en los siglo 18 y 19, dijeron haber visto espíritus y lograron alcanzar tesoro que se hundió – quitado de sus manos. Lo que siguen son algunos comentarios del artículo “La economía sobrenatural de la república temprana: la búsqueda de tesoro en el nordeste americano, 1780-1830” de Alan Taylor:
Estos encuentros sobrenaturales eran muy “reales” para aquéllos que los experimentaron. El ser expuesto desde la niñez a cuentos de tesoros y la elaboración cuidadosa de ceremonias detalladas en el sitio de excavación, creó una expectativa nerviosa para ver lo extraordinario. (Taylor 1986, 14)
El uso de círculos mágicos, conjuros y un código estricto de silencio al comenzar la excavación, todos eran parte de la ceremonia. Cualquier palabra que fuera dicha, podía romper el hechizo y los esfuerzos de la noche entera estarían perdidas. Taylor da varios ejemplos incluyendo el siguiente:
En 1814 un grupo de buscadores de tesoro del pueblo de Rochester, Nueva York apenas escaparon con sus vidas cuando el guía exclamó, “¡Maldito sea, lo he encontrado! Con eso, un periódico local registró, “el encanto estaba roto - el grito de demonios – el cotorrear de espíritus – y el sesteo de serpientes rasgó el aire, y el tesoro se movió.” (Ibid, pág. 12)
Mientras muchas de las descripciones fantásticas son vistas como folklore y cuentos exagerados, Taylor cita evidencia que no encaja con una explicación simple de fraude. Buscadores de tesoros a menudo impresionaron a los públicos contemporáneos con su sinceridad y convicción absoluta de que sus encuentros sobrenaturales habían sido reales. Waitsfield, el cronista del siglo 19 de Vermont, escribió de un buscador local de tesoros: “La parte más ridícula de esta materia, es el hecho bien atestado, de que el Sr. Savage creyó todo esto durante el tiempo que vivió y aunque fue puesto en ridículo, jamás cambio de parecer.” (Taylor 1986, pág. 13)
José Smith y su padre eran buscadores de tesoro
Inmediatamente en los años que preceden a cualquier mención de las planchas de oro y el Libro de Mormón, ambos José Smith hijo y su padre, José Smith, eran buscadores de dinero como aquéllos descritos anteriormente. Ellos abiertamente compartieron sus habilidades sobrenaturales de ver tesoros y otras cosas no visible al ojo natural. William Stafford, vecino y compañero en buscar tesoros, dio la siguiente explicación:
José Smith, hijo, tenia habilidad visionaria, al poner una piedra de apariencia singular en su sombrero, de tal manera de excluir toda la luz; en ese momento ellos pretendían que él pudiera ver todas las cosas dentro y bajo la tierra, - que pudiera ver dentro de las cuevas mencionadas, las largas barras de oro y las planchas de plata - que también pudiera descubrir los espíritus encargados de esos tesoros, vestidos de ropa antigua. (Michael H. Marquardt and Wesley P. Walters, Inventing Mormonism: Tradition & the Historical Record, Smith Research Assoc. [Signature Books], 1994, p. 66.)
Es evidente que la familia de Smith creían en lo que José veía en su piedra, pues hicieron intentos de recuperar este tesoro. En la misma declaración jurada Stafford recordó de un tiempo cuando José y los buscadores de tesoro hicieron un círculo en la tierra y pusieron ramas de avellano alrededor del círculo para mantener lejos los espíritus malignos. Una vara de acero fue agregada al centro del círculo, una trinchera fue excavada y entonces “el Smith mayor consultó a su hijo quien había estado “buscando y mirando en su piedra los movimientos del espíritu maligno.” Sin embargo, habían cometido un error en cómo empezaron toda la operación. Si no hubiese pasado esto, habrían conseguido el dinero. (Joseph Smith's New York Reputation Reexamined, Rodger I. Anderson, SLC, Signature Books, 1990, pp. 143-145).
Como notado anteriormente, la excavación de dinero y la búsqueda de tesoros generalmente fueron acompañadas por la anticipación de lo sobrenatural. Los participantes estaban emocionalmente entusiasmados y deseosos de que algo extraordinario pasaría. Encontramos que este mismo modelo de deseo anticipador precede la experiencia de los Tres Testigos.
¿Casualidad u oportunidad de crear una expectativa?
Mientras José Smith estaba dictando el Libro de Mormón a Oliver Cowdery, él leyó una sección que declaraba que habría de ser tres testigos especiales quienes serían permitidos ver las planchas y así “dar testimonio” al Libro de Mormón. La Historia de la Iglesia de José Smith afirma:
Casi inmediatamente después de que habíamos hecho este descubrimiento, Oliver Cowdery, David Whitmer y el anteriormente mencionado Martin Harris (quien había venido a indagar acerca de nuestro progreso en el trabajo) me hicieron averiguar del Señor si ellos podrían no obtener de él, el privilegio para ser estos tres testigos especiales. Finalmente, ellos se pusieron muy solícitos y me insistieron tanto en investigar que de inmediato cumplí (Historia de la Iglesia, Vol. 1, el pp. 52-53).
Fue entonces que José produjo una revelación para Oliver, David y Martin la cual declaraba que si ellos se apoyaran en la palabra de Dios y lo hacían con corazón lleno de propósito, “ellos tendrían una visión de las planchas, de la coraza, de la espada de Laban, del Urim y el Thummim... y los milagrosos lentes que fueron dados a Lehi” (Ibid, pág. 53). Sólo por su fe, podrían obtener una visión de ellos.
Esto es muy conveniente. José dicta la parte del Libro de Mormón que menciona los tres testigos especiales mientras los tres están allí con él. Estos hombres le piden a José que le pregunte a Dios si tal vez ellos no sean los escogidos. Cuando él cede finalmente, José inmediatamente tiene una revelación que dice, si ellos tienen fe, confían en la palabra de Dios y tienen un corazón lleno de propósito, ellos no sólo verán las planchas sino que, observarán numerosas cosas maravillosas.
Así que, fueron al bosque y primero pasaron un tiempo prolongado en oración. Nada ocurre. Oran más. Nada ocurre. Martin Harris ofrece dejar el grupo porque se da cuenta de que los otros piensan que él era la razón por la que nada estaba pasando. En cuanto Harris sale, los otros dicen que han visto al ángel y las planchas, aunque no hay mención de ninguno de los otros artículos que habían sido prometidos. Según la historia de José Smith, José va a encontrar a Harris y mientras oran juntos Harris clama, “Es suficiente, es suficiente; mis ojos han mirado; mis ojos han mirado”; (Ibid, pág. 55).
Está claro que los tres hombres deseaban la prestigiosa posición de ser los tres testigos especiales escogidos. Ellos estaban preparados emocionalmente por lo que José afirmó haber traducido y luego por la revelación que José proveyó que enfatizaba su necesidad de tener fe. La visión sólo vino a Oliver y a David después de un tiempo prolongado en oración y después de la partida de Martin Harris.
Parece ser, según este informe y lo escrito en Doctrinas y Convenios 17, que la idea de los tres testigos para el Libro de Mormón, es un nuevo descubrimiento hecho por José y Oliver en junio de 1829 mientras producían el Libro de Mormón. Sin embargo, tres meses antes, en marzo de 1829, José recibió una revelación para Martin Harris la cual declaró que José tenía el don para traducir el Libro de Mormón pero Dios no le concedería ningún otro don. Dios llamaría y ordenaría tres testigos especiales a quienes les daría el poder sobrenatural para “mirar y contemplar estas cosas como son.” La revelación siguió diciendo que nadie más, sino los tres, tendrían el poder para recibir este mismo testimonio. Es posible que José no se refirió a esta revelación de marzo de 1829 respecto a los tres testigos porque en junio él ya tenía en mente agregar ocho testigos adicionales además de Cowdery, Whitmer y Harris. Agregar testigos adicionales iría encontra de la revelación anterior en la que habrían tres y solamente tres testigos y José no debe mostrar las planchas de oro a nadie más (D&C 5:3, 12-14).
Conflicto historico
Hay otro conflicto con la historia grabada por José en su historia oficial. Supuestamente los tres hombres vieron el ángel y las planchas de oro el mismo día pero Harris proporcionó esta información en una entrevista con Anthony Metcalf:
Cita de Martin Harris:
Yo nunca vi las planchas de oro, sólo en un estado visionario o extasiado. Como José Smith tradujo o deletreó las palabras en inglés, yo mismo escribí una gran porción del Libro de Mormón. A veces, las planchas estarían en una mesa, en el cuarto donde Smith hacía la traducción, cubiertas con una tela encima. Smith me dijo que Dios lo golpearía a muerte si él intentaba mirarlas, y yo lo creí. Cuando el tiempo vino para los tres testigos ver las planchas, José Smith, David Whitmer, Oliver Cowdery y yo entramos en el bosque para orar. Cuando ellos estaban comprometido en oración, fallaron en el momento de ver las planchas o al ángel quien habría de estar para exhibirlos. Ellos creyeron que esto pasó porque yo no era lo suficientemente bueno, o en otros términos, no estaba suficientemente santificado. Me retiré. En cuanto me había marchado, los otros tres vieron el ángel y las planchas. En tres días aproximadamente entré en los bosques para orar y tal vez poder ver las planchas. Mientras oraba entré en un estado de éxtasis, y en ese estado vi el ángel y las planchas. (Anthony Metcalf, Diez años antes del mástil, n.d., copia del microfilm, pág. 70-71.)
Cuando se sabe el verdadero contexto histórico se nota que el relato común presentado por la iglesia mormona de tres hombres, juntos viendo planchas en las manos de un angel como una experiencia tangible y objetivo no es la verdad. Mas bien, es una experiencia visionaria, subjetiva, que ocurre a dos de ellos en presencia de Smith, y a la tercera persona bajo presión de no ser excluido unos días después -- otra vez en un contexto muy subjetivo y visionario.
En las secciones que sigan, veremos las vidas y experiencias de esto tres hombres uno por uno, para ver que clase de testigos son y cuan confiable es su testimonio respeto al Libro de Mormón.