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La progresión eterna
Antes de que alguien pueda comprender el concepto mormón de la salvación, debe saber algo de la doctrina SUD de la “progresión eterna.” Un resumen de esta doctrina se encuentra en GTA, pp.126-129. Este pasaje enseña que somos tan eternos como Dios mismo. Pero para lograr la perfección y la deidad, debemos pasar por cuatro etapas de la vida, por lo menos: 1) En la primera etapa, éramos “inteligencias” que existían eternamente. 2) De allí, progresamos al mundo espiritual “premortal”, donde teníamos que nacer mediante la procreación de Dios con una de sus esposas. (Los SUD no explican cómo Dios, que según ellos es un hombre glorificado con “cuerpo de carne y huesos tan tangibles como los del hombre” ... DC 132:22, ¡engendra espíritus en lugar de cuerpos tangibles como el suyo!) Enseñan que en aquella vida espiritual premortal, Jesús, Satanás, y todos nosotros, éramos la prole espiritual de Dios y sus esposas (GTA, pp. 15, 93-99, JD, Tomo XI, p. 122). Tanto Jesús como su hermano Satanás sugirieron a Dios el padre planes para la salvación de este mundo que hoy habitamos. El plan de Satanás fue rechazado, y él se rebeló y procuró usurpar el trono de Dios. Por eso fue expulsado del cielo junto con todos los que lo seguían.
Aunque los SUD enseñan que todos somos hijos de Dios, la Biblia declara que debemos llegar a ser “hijos de Dios por fe en Cristo Jesús” (Juan 1:12, Gálatas 3:26).
3) La tercera etapa de la progresión eterna es nuestra actual etapa de prueba mortal. Ninguno de estos espíritus malos recibieron el privilegio de tener cuerpos como nosotros. Pero aquellos espíritus valientes que pelearon con denuedo al lado de Jesús en el cielo, recibieron los mejores cuerpos de todos, ¡con pieles blancas! Otros espíritus, sin embargo, no sabían quién tenía razón e hicieron muy poco en la batalla celestial. ¡Se les permitió a estos espíritus tener pieles negras! Tienen que llegar a este mundo como negros, los hijos de caín y de Cam. Por su falta de valor en el cielo no pueden recibir el sacerdocio SUD aquí en la tierra. Ellos pueden ser miembros de la iglesia SUD, pero no tienen voz porque no tienen el sacerdocio como todos lo otros varones SUD, con más de doce años de edad. El apóstol Bruce McConkie dice en MD, p. 527: “A los negros de esta vida, se les niega el sacerdocio; por ninguna circunstancia pueden tener esta autoridad delegada de parte del Todopoderoso (Abraham 1:20-27). El mensaje del evangelio no se les lleva afirmativamente a ellos (Moisés 7:8, 12, 22) ... Los negros no son iguales a otras razas en cuanto a recibir cierta bendiciones espirituales; especialmente el sacerdocio y las bendiciones del templo proceden de allí. pero esta desigualdad no es de origen humano.” (Véase también Mormonism and the Negro, por Juan J, Stewart, p. 8, y el “Suplemento”, p. 5.) En el LM, II Nefi 26:33, dice : “todos son iguales delante de Dios”, “sean negros o blancos, esclavos o libres, varones o hembras.” Pero ya que ni negros ni mujeres pueden tener el sacerdocio SUD, concluimos que no son todos iguales ante el Dios mormón.
4) El mormonismo dice que en la cuarta etapa de la progresión eterna, nuestra condición pos-mortal depende de nuestras obras en esta vida. Si no hacemos mucho bien, podemos esperar sólo la gloria telestial. Pero si somos buenos SUD, podemos esperar la gloria celestial, ¡y posiblemente, la deidad!
Tres grados de gloria
Los SUD hablan muchos de los tres grados de gloria enseñados en DC 76. El primer cielo es la “gloria telestial” a donde va aun los incrédulos. El segundo cielo es la gloria terrestre, y existe para la gente buena y religiosa que no son mormones. Pero el tercer cielo es la gloria celestial reservada sólo para los mormones. Los SUD creen que 1 Corintios 15:40, 41 enseña la existencia de tres cielos. Sin embargo, el contexto de 1 Corintios 15:40 habla de cuerpos resucitados. Decir que los vv. 40, 41 hablan de los cielos, es ignorar el contexto. El v. 40 menciona cuerpos celestiales y telestiales. pero el diccionario indica que “celestial” se refiere al cielo, y “terrenal” se refiere a la tierra. Aquí Pablo habla sobre la diferencia entre este cuerpo inmortal que será nuestro en la resurrección, así como declaran los vv. 42-44. La gloria “telestial” es un concepto de José Smith, que se puede encontrar solamente en las enseñanzas mormonas.
La gloria del sol, de la luna y de las estrellas en el v. 41, se usa entre los SUD para enseñar su concepto de tres cielos, aunque el contexto habla de cuerpos, y no de cielos. Si este versículo habla de varios grados de gloria, debe haber también un sinnúmero de “glorias” o cielos, porque sigue diciendo que “una estrella es diferente de otra en gloria.”
En v. 39 ( que sigue hablando de la diferencia entre los cuerpos actuales y los de la resurrección) Pablo menciona cuatro tipos de carne. ¿Quiere decir esto que hay cuatro cielos? Esta clase de razonamiento es tan válida como el de los SUD en los dos próximos versículos.
Además, muchas estrellas son realmente mucho más grandes que nuestro sol. Siguiendo la analogía SUD, el cielo telestial (representado por las estrellas) podría ser mejor que la gloria celestial (representado por el sol).
Los SUD usan también 2 Corintios 12:2 que habla del “tercer cielo.” Pero cualquier persona que conoce el pensamiento hebreo (Pablo era hebreo), sabe que ellos creían en los mismos tres cielos que aceptan hoy los cristianos. El primer cielo era el de esta atmósfera, con sus nubes, pájaros, aviones, etcétera. El segundo era el cielo de las estrellas y los planetas. Y el tercero era el lugar donde vive Dios. Dijo Pablo en 2 Corintios 12:2 que un hombre fue arrebatado hasta el tercer cielo, y en v.4 llama este lugar el “paraíso”. Así que en ninguna parte enseña la Biblia que hay tres cielos donde viven eternamente las personas.
La inmortalidad y la vida eterna
Por el concepto mormón de los tres cielos, tienen que dar una nueva definición a la vida eterna. En su libro The First 2000 Years, W, Cleón Skousen dice en p. 69: “La inmortalidad significa vivir para siempre, pero ... adquirir la vida eterna significa volver a la presencia de Dios en el reino celestial. Y los que realmente son fieles reciben ‘vidas eternas.’ Esto significa ser exaltado de la misma manera que nuestro Padre celestial ... entonces serán dioses.”
Pero el apóstol Bruce McConkie lo explica de otra manera en MD, p. 670. Dice: “Aun los que están en el reino celestial, sin embargo, que no siguen adelante para ser exaltados, tendrán la inmortalidad solamente y no la vida eterna ... La salvación en su significado verdadero y completo, es igual a la exaltación y la vida eterna, y consiste en ganar una herencia en el más alto de los tres cielos, dentro del reino celestial ... Esta salvación completa se obtiene en y por medio de la continuación de la unidad familiar en la eternidad, y los que la obtienen, son dioses.”
Los profetas y las escrituras SUD, no han ayudado de ninguna manera a aclarar sus doctrinas. El LM, que es “la plenitud del evangelio” (DC 20:9), no menciona los tres cielos o reinos.
Generalmente, los SUD creen que todos tendrán la inmortalidad o resurrección. Pero sólo los SUD pueden tener la vida eterna y entrar al reino celestial (véase GTA, p. 166). Los mormones superiores ganarán “vidas eternas” o heredarán la posición más alta posible en aquel reino celestial. DC 132:1-24 indica que la poligamia es uno de los requisitos para tener “vidas eternas” y la deidad. Dijo también Brigham Young en JD, Tomo III, p. 266: “Ahora si alguno de ustedes negare la pluralidad de esposas, y lo siguiere negando, le prometo que será condenado.” Y otra vez en JD, Tomo XI, p. 269 dijo: “Los únicos hombres que llegan a ser Dioses, y aun hijos de Dios, son los que entran al poligamia.” Pero hoy día, pocos mormones son polígamos, porque la ley federal de los Estados Unidos la prohibe, así como también el manifiesto Woodruff. Pero según las autoridades mormonas, es necesario guardar todas las otras leyes y ordenanzas SUD para llegar al reino celestial. Pero tanto la Biblia como el LM enseñan claramente que hay solamente dos lugares en donde se puede pasar la eternidad: el Cielo o el Infierno.
No hay infierno
El apóstol Juan Widtsoe declara en ER, p. 216: “En la Iglesia de los Santos de los Últimos Días, no hay infierno.” Todos tendrán cierta medida de salvación. Así, el ser “por él ... salvos de la ira” (Romanos 5:9) tiene poco significado par los SUD. Sin embargo, en el LM, II Nefi 28:21-22 leemos: “El diablo engaña sus almas, y los conduce astutamente al infierno. Y he aquí, a otros los lisonjea y les cuanta que no hay infierno.” ¡Así que el LM nos dice en dónde encontró el mormonismo su doctrina de que no hay infierno!
Dice otra vez el LM, Alma 34:35: “Si habéis demorado el día de vuestro arrepentimiento, aun hasta la muerte, he aquí, os habéis sujetado al espíritu del diablo que os sellará como cosa suya; por tanto, se retira de vosotros el Espíritu del Señor y no tiene cabida en vosotros, y el diablo tiene todo poder sobre vosotros; y este es el estado final del malvado.”
¿De qué sirve el bautismo para los muertos en el caso de tales personas? Dice James Talmage en AF, p. 164: “Los castigos estipulados caerán sobre todos los que rechazan la palabra de Dios en esta vida, pero después de quedar pagada la deuda, se abrirán las puertas de la prisión, y los espíritus que en un tiempo estuvieron encerrados en sufrimiento, ya para entonces castigados y limpios, saldrán a participar de la gloria provista para los de su clase.” Aparentemente, el “estado final del malvado” es una prisión provisional.
Otra vez el LM, Alma 42:16, habla de “un castigo que fuera también tan eterno como la vida del alma”, y del “plan de la felicidad, tan eterno también como la vida del alma.” Y Mosíah 2:38-41 habla de “un tormento sin fin” y de un estado de “interminable felicidad.” Esto está de acuerdo con la Biblia pero no con el mormonismo. Por ejemplo, en AF, pp. 162-163 dice Talmage: “Es cierto que se ha decretado el castigo eterno como el destino de los impíos; pero el Señor mismo ha interpretado esta expresión: castigo eterno es castigo de Dios; castigo de Dios, porque ‘sin fin’ y ‘eterno’ son dos de sus nombres, y son expresiones típicas de sus atributos. No habrá alma que permanecerá en la prisión o seguirá en tormento más del tiempo requerido para efectuar la reformación necesaria y vindicar la justicia, que son los “únicos fines por los que se impone el castigo.”
En folleto del élder (anciano) Juan Morgan, titulado The Plan of Salvation, p. 32, dice: “Castigo eterno es el castigo de Dios; castigo sin fin es el castigo de Dios, o en otras palabras, es el nombre del castigo que Dios inflige, porque él es eterno. Por lo tanto, el que recibe el castigo de Dios, padece el castigo eterno, bien sea durante una hora, un día, una semana, un año o un siglo.”
A veces los SUD hablan del infierno o del castigo eterno; pero hablan de una prisión provisional. ¡El “castigo eterno” termina, pero la “vida eterna” es interminable! Hablan también los mormones de los que son “condenados”, pero no quieren decir que son condenados a un castigo interminable. Por ejemplo, DC 132:4 declara: si no cumples con (el convenio de la poligamia), serás condenado.” Esto significa que la progresión eterna de alguna persona está interrumpida antes de que llegue a la deidad, como es apresado el río para impedir la corriente de agua.
El folleto titulado About Mormonism, por Esteban L. Richard, dice en p. 12: “La condenación o el apresamiento es solamente el retardo del progreso.” Así que los SUD tienen miedo al infierno. Las mujeres tienen aun menos motivo par temer al infierno, porque dijo Brigham Young. “Dudo que se pueda saber por las revelaciones o los hechos, que existe una mujer en toda las regiones infernales” (JD, Tomo VIII, p. 222).
Los pecados imperdonables
Aunque los mormones no temen el infierno, creen que unos pocos “hijos de perdición” sufrirán eternamente sin la esperanza de llegar siquiera a la gloria telestial. DC 76:31-49, 84:40-41 y AF, p. 500-451 dan a entender que éstos son “apóstatas” que han negado la verdad del mormonismo. DC 76:36-38 dice que éstos son los únicos para quienes tiene poder la muerte segunda y que nunca serán redimidos, sino que tendrán que pasar la eternidad en el lago de fuego y azufre. En esta vida, según Brigham Young, tales apóstatas se volverán “canoso, arrugados y negros como el diablo” (JD, Tomo V, p. 332).
Según el apóstol Juan Widtsoe en ER, p. 214, también enseñaba Brigham Young “que el castigo final de los hijos de perdición puede ser que sus cuerpos espirituales sean desorganizados y que tengan que comenzar de nuevo la larga eternidades antes que se verificara el gran concilio” (véase JD, Tomo VII, p. 57).
Nos parece que la apostasía sea el “pecado imperdonable.” Pero DC 132:27 dice que el asesinato es “blasfemia contra el Espíritu Santo”, que no será perdonado ni en el mundo, ni fuere de él.”
En Mormonism Unveiled, o The Confessions of John D. Lee, éste menciona que él fue “el segundo adoptado por Brigham Young.” Sin embargo, Brigham Young lo hizo chivo expiatorio del masacre de Mountain Meadow, en que fueron muertas a sangre fría 120 personas que emigraban de Arkansas a California, bajo el liderato de Lee y otros. En Essentials in Church History, p. 516, dijo el presidente José Fielding Smith, “Juan D. Lee fue excomulgado de la iglesia por orden del presidente Young y que por ninguna circunstancia podrá ser admitido otra vez como miembro.” Eso fue 17 años después del masacre. Pero a los 20 años después del masacre, encontraron a Lee culpable, y lo ejecutaron en el mismo sitio donde lo cometió. Pero en p. 375 de su libro, John D. Lee, dice la autora Juanita Brooks que el 8 y 9 de mayo de 1961, fue hecha obra en favor de los muertos, a nombre de Juan D. Lee, en el templo de Salt Lake, para reintegrarlo a la membresía y a sus bendiciones anteriores. ¿Por qué fue desobedecida la orden de Brigham Young? ¿No era profeta en aquel tiempo? ¿Y qué bien podría hacerle el bautismo por los muertos a Lee, que era culpable del asesinato, que es pecado imperdonable (DC 42:18,79)? También está incluido el adulterio cometido por segunda vez, como uno de los pecados imperdonables (DC 42:25-26).
La expiación por sangre
A pesar de la enseñanza SUD tomada de sus escrituras, que afirma que los asesinos no pueden ser perdonados ni ahora ni en la eternidad, el presidente José Fielding Smith dice en DS, Tomo I, p. 135: “José Smith enseñó que hay ciertos pecados graves, cometidos por los hombres, que colocan al transgresor más allá del poder expiatorio de la sangre de Cristo. Si se cometen estas ofensas la sangre de Cristo non los limpiará de sus pecados aunque se arrepientan. Por tanto, su única esperanza es que su propia sangre sea derramada para expiar su pecado, hasta donde sea posible.”
Sigue Smith diciendo en p. 136: “De acuerdo con, y en armonía con esta doctrina escritura, que ha sido la ley desde los días de Adán hasta el tiempo presente, los fundadores de Utah incluyeron en las leyes del territorio provisiones para el castigo capital de los que derraman voluntariamente la sangre de sus paisanos. Esta ley, ahora la ley del estado, concedía al asesino condenado el privilegio de escoger la manera de su muerte, si por la horca o por el fusilamiento, y así derramar su propia sangre de acuerdo con la ley de Dios. De esta manera podría hasta donde fuera posible, expiar la muerte de su víctima. Casi sin excepción el individuo condenado escogió esta última forma de morir.” La historia de Utah registra solamente seis ejecuciones legales en la horca. Todos los demás que recibieron la pena de muerte, han sido ejecutados por un pelotón de fusilamiento, porque la doctrina mormona es ahora la ley del estado.
Si el asesino no puede ser perdonado ni en este ni en el otro mundo venidero, ¿qué esperanza le puede ofrecer la “expiación por sangre”? ¿Por qué debe el asesino, que nunca puede ser perdonado, darle importancia al morir de acuerdo con la ley de Dios? Pero a pesar de esa ley, el Obispo Klingensmith degolló a Rasmos Anderson por ser culpable de adulterio ( Mormonism Unveiled, o The Confessions of John D. Lee, p. 283).
Para más detalles sobre “la expiación por sangre”, léase el mensaje de Brigham Young en JD, Tomo IV, pp. 219-220.
El 19 de octubre de 1963, y el 15 de junio de 1968, la sección eclesiástica de Deseret News, (órgano oficial de la iglesia SUD) publicó uno de los mensajes de Brigham Young sobre este asunto. Dijo: “No hay hombre ni mujer que viola los convenios de su Dios, que no haya de pagar la deuda. La sangre de Cristo nunca borrará tal pecado. Tu propia sangre tendrá que expiarlo; y vendrán los juicios del Todopoderoso, tarde o temprano, y todo hombre y mujer tendrá que expiar la violación de sus convenios.”
Sin embargo, 1 Juan 1:7 declara: “La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.” Aunque muriéramos un millón de veces, nuestra propia sangre no podría limpia de todo pecado. Incluso, y Romanos 5:9 dice que somos “justificados por su sangre” (de Cristo). la única expiación por sangre que tiene el poder de limpiar es la expiación de Jesucristo, en sustitución por nuestro pecado. Aun el LM, en Mosíah 4:2, dice “¡Oh, ten misericordia, y aplica la sangre expiatoria de Cristo para que recibamos el perdón de nuestros pecados y sean purificados nuestros corazones; porque creemos en Jesucristo, el Hijo de Dios, que ha creado el cielo, la tierra y todas las cosas; que bajará entre los hijos de los hombres!”
El versículo 8 sigue diciendo: “Y este es el medio por el cual viene la salvación. Y no hay otra salvación aparte de esta de que se ha hablado; ni tampoco otras condiciones por las cuales el hombre podrá ser salvo, sino las que os he dicho.” En el mensaje de Mosíah no hay mención de la doctrina SUD de “la expiación por sangre”, así que la doctrina mormona debe estar equivocada.
Primera Pedro 1:18, 19 dice: “sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.” La sangre humana sí es corruptible, así que la doctrina SUD de “la expiación por sangre” no tiene poder redentor. Pero Apocalipsis 1:5 dice que Cristo “nos amó”, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre.” Y Romanos 3:25 dice que Dios propuso a Cristo “como propiciación por medio de la fe en su sangre.”
Toda persona a quien le importa dónde ha de pasar la eternidad necesita considerar seriamente cuál es el objeto de su confianza para sus salvación. Si resulta ser otra cosa que no sea el hecho de que “Cristo murió por nuestro pecados” (1 Corintios, 15:3) y que fue “resucitado para muestra justificación” (Romanos 4:25), la Biblia no le ofrece ninguna esperanza.
“Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12).